La tribuna era terreno sagrado para la esgrima parlamentaria, su sala de prensa, pasillos y patios se prestaban a la discusión profunda pues eran la extensión del Salón de Plenos, donde se profesaba respeto entre los legisladores pese a las marcadas y evidentes diferencias ideológicas, lo que volvía más rico debate.
Había inteligencia. Y no se trata de niveles educativos, se trataba de guiarse con sentido común, de habilidad, de abrazar causas, defender posturas y mantener una formación que los volvía dignos oradores. Había diputados que llegaban ‘verdes’, era normal, pero al paso de tres años salían graduados como todos unos genuinos parlamentarios.
Fue un tiempo donde hasta para lanzarse ‘ofensas’ había nivel, porque la lucha era por conceptos, nunca se rebajaban a la lucha personal. Había tolerancia al pensamiento distinto entre unos y otros.
Hoy en día, las cosas han cambiado. Las han cambiado.
En el Congreso del Estado, un día sí y al otro también, diputados nos ofrecen vergonzosos espectáculos que no van, con todo y que nos digan que son ejercicios naturales de la discrepancia política, a la altura de un recinto como el Poder Legislativo. Nos regalan memorables momentos de pena ajena, pena que a los protagonistas no les da. No la conocen.
Este martes la prudencia que no cupo en el diputado morenista Pedro Alonso Villegas Lobo, no fue capaz de tenerla el legislador del PAS, que se presume universitario, Gene René Bojórquez Ruíz, quienes obsequiaron un
bochornoso desencuentro digno para el basurero de la historia.
Provocó uno y se enganchó el otro, y viceversa, Gene y Lobo, Lobo y Gene, se gritaron de todo hasta que se les agotó la reserva de descalificaciones escupiendo cada ofensa. No se bajaron de ‘corrupto’, ‘gato’, ‘prestanombres’ y ‘abusador sexual’. Hubo un momento, en el clímax de pleito verbal, que parecía que pasarían a los golpes.
Lo anterior porque el diputado morenista montó un puesto de ‘Tacos Cuencho’ en los patios del Congreso del Estado, en una abierta crítica al señalamiento de que la UAS compró, según factura, 18 millones de pesos en tortillas a una negociación que ni masa vende. El pasista quiso jugar su papel de “defensa” y todo se salió de control.
Es claro que la confrontación Congreso del Estado-Morena y UAS-PAS ha contaminado la agenda. La diatriba está haciendo más ruido que el trabajo serio, que no dudamos que lo hay, porque hay diputados excepcionales. Pero no se ven. Ni se oyen.
No nos asustamos por lo ocurrido pero tampoco puede admitirse ni normalizarse. Sinaloa merece civilidad, no espectáculos de embajadores de la decadencia como se mostraron ambos legisladores quienes lo menos que deben a los ciudadanos, es una disculpa.
¿Es mucho pedir que se porten a la altura?