Las sequías extremas, las olas de calor y las inundaciones que se han presentado este año en distintas partes del mundo son desastres que no tienen nada de naturales, pues son producto de la indiscriminada emisión de gases de efecto invernadero y de la utilización desmedida de los combustibles fósiles, así lo sentenció recientemente el secretario de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.
El líder también urgió a los países del G20, entre ellos México, responsables del 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, a liderar la lucha contra el cambio climático para evitar mayores desastres, toda vez que las catástrofes ligadas al clima se han multiplicado por cinco en el último medio siglo y causan unas pérdidas diarias de más de 200 millones de dólares.
El nuevo informe sobre el impacto climático, coordinado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), indica entre otras cosas que las concentraciones en la atmósfera de gases de efecto invernadero continúan creciendo, pese a la reducción de emisiones que hubo en 2020 a consecuencia de la pandemia.
Además, establece que la temperatura media global en el lustro 2018-2022 ha estado alrededor de 1.17 grados centígrados por encima del promedio de 1850-1900, que los últimos cinco años han sido los más calurosos de los que se tienen mediciones, y que hay 93 por ciento de posibilidades de que ese récord se bata en el próximo lustro.
El informe también retoma las advertencias del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, pues a pesar de las promesas de reducción de emisiones y de neutralidad del carbono que han hecho muchos países, la temperatura media global este siglo podría rondar los 2.1 grados.
Resulta pues lamentable que en México no se tenga un real compromiso para combatir los efectos del cambio climático, tal como lo están urgiendo organismos internacionales; en contraparte en nuestro país sigue el desmantelamiento de las instituciones de gobierno que deberían estar concentradas en esta problemática, la reducción del presupuesto para el medio ambiente y los nulos estímulos para migrar a energías limpias, no avizorar un futuro nada alentador, tan es así que los prestigiados científicos mexicanos ya han iniciado retirada ante el deterioro de la política ambiental, por citar sólo uno: la renuncia del Dr José Sarukhán a la CONABIO.
Y se verán cosas peores.