La champaña que aguardó impacientemente en hielo durante poco más de dos días en el clubhouse de Yankees, finalmente fue destapada anoche. La captura del vigésimoprimer título divisional del Este de la Americana exigió celebración.
En una noche en la que los bates neoyorquinos cobraron vida y Gerrit Cole recordó a todos por qué es el actual dueño del premio Cy Young, el equipo de la Gran Manzana ganó su segundo banderín en las últimas tres temporadas.
Cole, como un artesano en su taller, subió al montículo con la serenidad de alguien que sabe su oficio. Permitió sólo dos carreras o menos en nueve de sus últimas doce salidas. Continuó con su narrativa dominante, colgando ceros en seis entradas y dos tercios, permitiendo un par de imparables y ponchando a cinco enemigos para su octavo triunfo del año. Los Orioles, que habían frustrado el festejo neoyorquino por dos noches consecutivas, fueron sacudidos en la parte baja del segundo inning con el cuadrangular número 27 de Giancarlo Stanton, un destello de poder que iluminó la noche.
Corbin Burnes, del otro lado, mantuvo el duelo de pitcheo contra Cole con una tenacidad admirable, ponchando a nueve enemigos. Pero todo se desmoronó para Baltimore en el sexto inning, cuando los Bronx Bombers, como héroes de una epopeya antigua, emergieron con seis carreras. Con las bases llenas, Austin Wells recibió una base por bola que empujó la segunda carrera, y un doblete remolcador de Stanton limpió las bases, elevando la ventaja a cinco carreras. Con dos outs, Anthony Rizzo disparó otro extrabases que añadió dos anotaciones más a la pizarra.
El triunfo estuvo aderezado por el jonrón número 58 de Aaron Judge, quien se voló la barda por quinto juego en fila, empatando su mejor racha en las Grandes Ligas. La temporada de los Yankees, que había comenzado con una victoria en jueves, ahora en otro jueves culmina con la conquista del banderín divisional y el baño de champaña.
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Con información de Adrenalina