El balance. Ayer el Secretario General de Gobierno Feliciano Castro cumplió con el procedimiento de entregar por escrito al Congreso del Estado el tercer informe de gobierno de Rubén Rocha Moya. Nadie se imaginaba, ni siquiera el más sagaz de los analistas, que la mitad del sexenio de Rocha Moya llegara en las condiciones actuales en que se encuentra Sinaloa. Dos años y medio en el que la concentración de poder político condujo a Rocha Moya a llegar a extremos que rayaban en el abuso. Acabó políticamente con dos importantes morenistas en Sinaloa. Uno que fue desde la fundación de Morena el mayor activista en el estado.
Luis Guillermo Benítez se acreditaba haber sido el impulsor de Morena en Sinaloa. A cambio López Obrador le entregó la presidencia municipal de Mazatlán. No una, sino dos veces con la reelección. El otro al que Rocha Moya lo lanzó al vacío fue a Jesús Estrada Ferreiro. Que presumía y en realidad lo era, amigo de López Obrador. Al “Quimico” y a Estrada Ferreiro, el Gobernador utilizó todo su poder para fincarles delitos que se convirtieron en denuncias que los llevaron a ser retirados de sus respectivas alcaldías. Rocha Moya se regodeo acabándolos.
El “Químico” y Estrada Ferreiro tenían algo en común. Fueron críticos del hoy Gobernador. E incluso le pelearon la candidatura para la gubernatura. Eso al parecer no perdonó Rocha Moya. A los dos los acabó y mandó a la ignominia sin necesidad. A Luis Guillermo Benítez lo convenció de que dejara la alcaldía. A Estrada Ferreiro lo llevó con amenazas a un desafuero en medio de un proceso judicial que aún no termina.
Luego vino el caso de Melesio Cuen. Un tema que dibuja los peores pasajes de una forma abrupta de hacer política. Primero Rocha Moya lo utilizó en campaña para llegar a la gubernatura. Recorrieron Rocha Moya y Cuen de la mano toda la geografía sinaloense. Juntos, muy juntos viajaban en carro, llegaban a los eventos casi de la mano, desayunaban, comían y cenaban juntos. Rocha Moya llegó a expresar que él y Cuen gobernarían juntos. Cuen se lo creyó.
Apenas llegó a la gubernatura, Rocha Moya se transformó. Puso distancia de Cuen. Pero lo convenció para que aceptara convertirse en Secretario de Educación Pública. Y ahí estuvo hasta que Rocha Moya encontró la forma de despedirlo y no solo eso, socavar la estructura del Partido Sinaloense, quitándole funcionarios públicos, alcaldes, diputados locales. La pelea estaba declarada. El motivo, el control de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Así estaban, con un conflicto que escalaba cada vez más. Las acusaciones entre ambos llegaron hasta los familiares. No había punto de una posible negociación, mucho menos reconciliación. Y llegó el asesinato de Melesio Cuen en circunstancias que aún no han sido aclaradas. En el marco de una supuesta reunión en la que Cuen y Rocha Moya estarían presentes, teniendo como testigos ni más ni menos que a Ismael Zambada y a miembros de los “chapitos”.
La historia ya se conoce. Zambada fue “secuestrado” y conducido contra su voluntad a Estados Unidos y Cuen asesinado a balazos. Hasta antes del 25 de julio, día que Zambada apareció en Estados Unidos en poder del FBI y la DEA. Además del homicidio de Melesio Cuen, todo pintaba más o menos bien para Rocha Moya. La elección del pasado 2 de junio dejó un fortalecido Rocha Moya. Con un control total del poder legislativo y el poder judicial. Ninguna nube amenazaba el porvenir. Pero las cosas se complicaron. Hoy Rocha Moya llega a su tercer informe en medio de una grave crisis no solo de inseguridad, sino política. Que muchos mencionan ingobernabilidad. Que varios afirman que el Gobierno del Estado ha sido rebasado por los grupos criminales actualmente en pugna. Que las actividades económicas en el estado están gravemente amenazadas. Y lo peor, no se ve un camino que dé certidumbre y esperanza de que esta situación vaya a cambiar pronto. Tradicionalmente un Gobernador al arribar a su tercer informe, lo hace en la mayor plenitud de fortalezas. Es el momento que mayormente han disfrutado el gobernador en turno. Es cuando planean su salida con la certeza de que pudiera alcanzarles para “heredar” el cargo a alguno de sus allegados. Pero para Rocha Moya todo cambió. Y su futuro político, incluso su cargo, es en verdad incierto.
¿Quién investiga los asesinatos? La guerra entre “chapitos” y “mayos” ha puesto contra la pared a la Fiscalía de Justicia en Sinaloa. Obligada porque es su responsabilidad legal, en investigar los homicidios hasta hoy no se conocen resultados de esas indagatorias. Menos la identificación de los agresores y mucho menos su detención. En esta guerra que se declaró el 9 de septiembre, la Fiscalía se ha dedicado solo a “levantar” el reporte de los homicidios y cumplir con el procedimiento forense más o menos bien. Venida a menos después de ser exhibida por la Fiscalía Federal, por aquel invento de video con el que se pretendió desviar el asesinato de Melesio Cuen, la Fiscalía estatal ha perdido credibilidad. Y no solo eso, con el escandalo de uno de sus comandantes de investigación que fue detenido por la Guardia Nacional en Culiacán a bordo de un vehículo con reporte de robo, aparece hoy como una instancia con ausencia de certeza en sus funciones.
No es para menos. La Presidenta Municipal de Mazatlán Estrella Palacios es cuidada por un grupo de seguridad que la acompaña para todos lados. Incluso cuando se encuentra en Palacio Municipal, los guardias ahí están presentes. Menos tensos de cuando andan en la vía pública, pero siempre atentos a lo que sucede a su alrededor. Hemos contado tres guardaespaldas que viajan a bordo de una camioneta custodiando a la alcaldesa. Los guardias son estatales, parece que la alcaldesa prefirió a ellos por encima de los municipales. Hay quienes critican que la Presidenta tenga guardias. Pero a como están las cosas, es lo menos que se debe hacer. Más con el susto que le metieron cuando siendo alcaldesa electa la despojaron de su vehículo en la autopista Mazatlán-Culiacán. Más vale prevenir.
Un ridículo llamado Monreal. La Presidente Claudia Sheinbaum dio un golpe de mesa. Y es que Ricardo Monreal el coordinador de los diputados federales de Morena se pasó. Primero se exhibió junto con el diputado Pedro Haces de Morena a bordo de un helicóptero. Y luego lanzó la amenaza de que pronto, muy pronto habrá una reforma de hacienda que abordaría la repartición de la riqueza en México. Monreal habló del helicóptero y dijo a los medios que más valía que se fueran acostumbrado en verlo viajar en ellos. Pero llegó el “jalón”. ¿Y que creen? Pues el buen Ricardo Monreal tuvo que tragarse, literal, lo que había dicho. Pidió disculpas por lo del helicóptero. Y pidió disculpas por lo de la reforma hacendaria. Así o más ridiculizado. El otro diputado federal Pedro Haces propietario del helicóptero. Se burló de las críticas. Y declaró que él tiene suficiente dinero para viajar en lo que le da su regalada gana. Entonces ¿cuál congruencia con lo que dicen y hacen?. Se exhibieron. Eso poco les importa. Lo que más los debe de tener preocupados es que a la Presidenta no le gustó sus desplantes.
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