Columnas
Columna Institucional Sin Ambages Lunes 17
Por:
Redacción el
16 de noviembre de 2025
Marcha con poca ciudadanía
La marcha de la autoproclamada Generación Z en Culiacán fue, para decirlo sin rodeos, una edición económica de las protestas que hemos visto durante esta etapa de violencia extraordinaria. Una suerte de “promo” cívica: misma fórmula, menos convocatoria y el mismo elenco de siempre intentando pasar por “novedad”. Porque claro, ahí estaban nuevamente Miguel Taniyama, Raúl Ibañez --ajonjolí de todos los males-- y Andrés Tirado, quienes parecen creer que si se colocan al frente suficientes veces, algún día la gente olvidará su alineación con el PAN y la oposición. Se esfuerzan por vender estas marchas como estallidos ciudadanos espontáneos, pero la etiqueta partidista les cuelga como alarma de tienda: imposible no verla, imposible fingir que no suena. Sí, hubo víctimas reales, madres buscadoras, personas con dolor auténtico. Pero las consignas que dominaron tenían más aroma a estrategia electoral que a exigencia social. Parecía menos una marcha por la seguridad y más un mitin encubierto contra Claudia Sheinbaum y Rubén Rocha. Lo único espontáneo fue la confirmación de que algunos líderes opositores no desaprovechan ninguna tragedia para “posicionarse”. Al final, la marcha transcurrió sin vandalismo pero también sin impacto. No generó movimiento social porque —qué sorpresa— fueron las mismas figuras desgastadas de siempre las que intentaron encabezarla. Y cuando los mismos de siempre usan los mismos trucos esperando resultados distintos, lo único que logran es una marcha desangelada, desorganizada y con el mismo final predecible: mucho discurso, poca ciudadanía.
*********
Misoginia… en verdad?
En Morena ya no saben cómo explicar el descontento juvenil hacia el gobierno, y la diputada Teresa Guerra decidió subirse al ring con la teoría más cómoda del catálogo: la misoginia. Sí, porque según la presidenta de la JUCOPO, las protestas de la Generación Z no tienen nada que ver con el desempeño, las decisiones o el rumbo del país… no, no, es porque “a las mujeres les tienen duda cuando están al frente del mandato”. El problema no es que defiendan a la presidenta; el problema es que cada defensa la hace quedar peor. Y vaya que lo logran. Convertir una protesta nacional en un acto de odio misógino es como querer tapar un bache con una servilleta: no solo no funciona… se nota más. Guerra Ochoa asegura que, como Sheinbaum es la primera mujer en la Presidencia, todo cuestionamiento tiene “algo de misoginia”. Bajo esa lógica, cualquier crítica sería sospechosa por default. Conveniente, claro. Sobre todo cuando la realidad no ayuda y la narrativa necesita rescates de emergencia —de esos que ni Protección Civil sabría manejar. Lo curioso es que la diputada reconoce que con AMLO también hubo “encono”, pero ahora resulta que con Sheinbaum es diferente. ¿Por qué? Porque… pues porque sí. Porque “somos mujeres”. Porque la explicación técnica, política o estratégica nunca llegó. Y cuando no llegan, hay que improvisar. La Generación Z protesta porque no ve rumbo, porque no le compran discursos reciclados, porque vive en el país real, no en el boletín. Pero en Morena prefieren pensar que marchan por misoginia. A veces, la negación también es parte del proyecto. Lo dicho: cuando no sabes cómo ayudar a la presidenta, mejor no ayudes. A veces el silencio es la forma más elegante de no hacerla quedar peor. Pero aquí elige cada quien su propio deporte extremo.
*********
El Informe y el espejo político
La entrega del Cuarto Informe de Gobierno del Gobernador, Rubén Rocha abrió, más que un protocolo legislativo, una ventana hacia lo que será un cierre de administración lleno de comparaciones y, sobre todo, contrastes. La recién nombrada secretaria de Gobierno, Yeraldine Bonilla, cumplió el trámite de entregar el documento, pero también dejó varios mensajes: avances en la identificación de personas desaparecidas, apoyos al campo y una insistencia en la cercanía del gobierno con las causas sociales. Sin embargo, el verdadero examen viene el 27 de noviembre, cuando el propio gobernador comparezca ante el Congreso. Ahí, cada cifra tendrá que sostenerse ante las preguntas de una Legislatura que, aunque mayoritariamente afín, también carga sus propias tensiones políticas. Porque informar no es lo mismo que explicar, y explicar no es lo mismo que convencer. El gobierno presume ser el primero en impulsar un centro de resguardo e identificación humana, un proyecto necesario y sensible. También destaca la recuperación de cuerpos en fosas comunes, un avance que honra a las familias, pero que también recuerda que la tragedia de la desaparición no es un logro, sino una herida abierta que atraviesa administraciones. La narrativa institucional insiste en transparencia y rendición de cuentas, incluso subrayando que Rocha Moya ha comparecido con regularidad —algo que gobiernos anteriores evitaron. Bien. Pero hoy el reto no es solo cumplir la ley, sino demostrar resultados medibles, desmontar críticas, y dar respuestas claras a sectores como el agrícola, la seguridad, la educación y las finanzas públicas. El Informe está entregado. Ahora falta lo más difícil: que los datos resistan el escrutinio y que el gobernador, frente al Congreso, responda a la altura de las expectativas de un Sinaloa que ya no acepta discursos sin sustancia.
********
No todos quieren vivienda vertical
En Sinaloa empiezan a surgir voces que están visibilizando un sentir de ciertos grupos sobre el plan de vivienda. Por ejemplo, el grupo denominado ‘Los Sin Casa’ que encabeza Noe Salvador Rodríguez Peñuelas no está muy de acuerdo en el modelo de las viviendas en modo vertical. Advierten que no promueve el desarrollo familiar, no genera seguridad y no promueve la propiedad. Y es que podrán tener razón cuando afirman que la apuesta por vivienda vertical en Sinaloa es un ejemplo más de política pública hecha al vapor: copiar el modelo de la Ciudad de México y pegarlo en un estado que no lo necesita. No es modernidad, es descontexto. Sinaloa no tiene problema de suelo; tiene problema de visión. Empujar a las familias a vivir en torres es ignorar su cultura, su forma de convivencia y hasta su seguridad. La verticalidad rompe la vida comunitaria, encierra a los niños, complica la movilidad y, en un estado donde la seguridad ya es frágil, multiplica riesgos. Quien defiende este modelo olvida —o prefiere olvidar— lo que dejó la pandemia: hacinamiento y violencia intrafamiliar cuando las familias fueron confinadas en espacios reducidos. ¿De verdad quieren repetir la fórmula, ahora como política permanente? La vivienda no es un experimento urbano ni un capricho burocrático: es territorio, identidad y estabilidad. Sinaloa necesita soluciones propias, no maquetas importadas. Insistir en la vivienda vertical aquí no es bienestar: es una mala copia que, además, puede salir muy cara.
Etiquetas:
#SinAmbages, #Columna, #Diario, #Adiscusión
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de DIARIO ADISCUSIÓN; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.