1. Preguntar el por qué de las cosas.
En su libro Upstream, Dan Heath nos platica sobre dos historias importantes para entender el concepto de “visión de túnel” en la sociedad. Las reproduzco para entender la relevancia de cuestionar la “normalidad” social:
En 2003, Deborah Delage, una mujer brasileña de 37 años, fue a visitar a su ginecólogo en la ciudad de Santo André, para una inspección de rutina de su embarazo. Cuando llegó, a los pocos minutos de revisarla, el médico determinó que ella estaba ya en labor de parto. Se le administró una dosis de Oxitocina, para provocar contracciones. No fue sino hasta doce horas después que el médico decidió hacer una cesárea a Deborah. Afortunadamente, Sofía, la recién nacida y su madre resultaron sanas de dicho proceso.
Delage estaba agradecida con su médico, pero a la vez, comenzó a preguntarse ¿por qué fue intervenida a una cesárea si ella había decidido y programado su parto de manera natural?
El “por qué”, la llevó a investigar, encontrando un Foro en internet donde muchas otras madres de Brasil compartían su experiencia. Pronto descubrió datos que le preocuparon: Brasil era el país donde más cesáreas se hacían con 57 por ciento de todos los partos, por encima de países desarrollados como Suecia con 18 por ciento, Canadá con 26 por ciento y Estados Unidos con una tasa de 32 por ciento. Más aún, en el sistema de Salud privada brasileño, la tasa se elevaba hasta 84 por ciento de partos por cesárea.
Las razones por las que existía este incremento fueron documentadas por Simone Diniz, Profesora de Salud Pública de la Universidad de Sao Paulo, quien desarrolló una investigación en la que encuestaba a 1 mil 626 mujeres que habían sido atendidas en el parto tanto en clínicas públicas como privadas. Encontró que más de la mitad de esas mujeres, se sentían vulnerables, inseguras y muchas de ellas, eran víctimas de violencia obstétrica por parte de los operadores de la salud, con frases como “mientras lo hacías no te quejabas, pero ahora sí, estás llorando”.
Diniz encontró que la mayor parte de los médicos estaban sobrecargados de trabajo y que las cesáreas brindaban una salida rápida a un problema de horarios. Además, muchos de ellos podían cobrar honorarios más altos, de acuerdo a los seguros médicos.
Deborah Delage organizó a las mujeres del Foro en una organización llamada “Parto do Princípio” y presentaron en 2006 una demanda de 35 hojas ante el Fiscal de Justicia contra el Sistema de Salud Pública de Brasil. Explicaron que muchas de ellas habían requerido un parto natural, que sin razón clara habían sido operadas mediante cesárea y que esto representaba peligros para los niños y las madres.
Afortunadamente, la demanda cayó en manos del Doctor Paulo Borem, un médico que había advertido de dicho problema y de Jacqueline Torres, una enfermera y experta en salud pública que trabajaba para la Agencia Nacional de Salud de Brasil. Entre “Parto do Princípio” y el Gobierno de Brasil, se desarrolló un proyecto para revisar las cifras y resolver lo que ocurría.
Hablaron con muchos hospitales y ninguno intentó siquiera resolver el problema, argumentando que era “normal y sano” el parto por cesárea. Después de una larga búsqueda, encontraron similitud con los médicos de la ciudad de Jaboticabal, quienes estaban preocupados por la alta tasa de cesáreas del 97 por ciento, pero no tenían idea de cómo resolverlo.
La razón era simple: el Sistema estaba configurado así. Los horarios exigían que los médicos agendaran una cesárea cada 40 semanas de trabajo, pero no consideraba colocar la petición de la madre, algo que nadie se había molestado en notar.
Eso ocasionó que, en 2015, la Agencia Nacional de Salud, lanzara el proyecto “Parto Adequado”, con lo que se incluyeron 35 hospitales, en un período de 18 meses, priorizando, coordinando, agendando y, sobre todo, reorganizando las agendas de los médicos para no cargarlos de trabajo.
El resultado fue que la tasa de partos naturales subió de 20 por ciento a 37.5 por ciento. Se evitaron 10 mil cesáreas. El cambio fue radical, generando ahorros, disminuyendo los riesgos, protegiendo la salud y dando mayor confianza a las mujeres.
Una madre como Deborah Delage, inició una revolución que cambió todo el escenario de la salud pública en Brasil. Un médico como Paulo Borem se atrevió a cuestionar a sus colegas y a buscar caminos alternativos a un problema. Una funcionaria como Jacqueline Torres, fue receptiva al cambio y diseñó todo un Programa que habría de mejorar la vida de miles de madres. Ninguno de ellos se resignó a lo que parecía “normal”.
2. Proteger y diseñar.
En 1975, la abogada Annemarie Shelness junto con el Pediatra Seymour Charles, publicaron un artículo en la famosa revista especializada Pediatrics, en la que trataban de motivar a los Médicos Pediatras de que participaran de manera más activa en la solución del problema de muertes de infantes por choques de vehículos.
En aquella época, la causa de muerte infantil de niños mayores de 1 año eran los choques vehiculares. Para ese entonces, ya se habían creado los asientos de seguridad para niños, pero su uso era escaso. Lo que pedían Shelness y Charles era que los Médicos Pediatras asumieran un rol más activo para socializar el uso de estos asientos, evitando más muertes de infantes.
Lo que ellos pedían en el artículo era un enfoque totalmente disruptivo. El Médico Pediatra siempre había sido entrenado exclusivamente para tratar enfermedades y recetar medicinas, no para hacer lobbying, y mucho menos para incursionar en la vida pública, hablando sobre cualquier tema que no estuviera relacionado con la prevención de una enfermedad.
Recibieron una llamada del Doctor Bob Sanders, quien se había sentido comprometido con el problema del artículo, porque sabía lo que era perder a un paciente por un problema totalmente prevenible. Y es que, mientras era estudiante de medicina, no pudo salvar a un niño que se asfixió con un broche, lo que lo devastó ante algo que pudo haberse evitado.
Entre los tres, trabajaron arduamente para que se obligara por Ley al uso de los asientos de seguridad para niños menores de 6 años. La propuesta fue desacreditada por muchos padres, que veían una “invasión a su derecho de convivir con sus hijos”. Los tres fueron objetivo de burla por periodistas, por asociaciones, por personas que les decían “olviden que voy a amarrar a mi hijo a un asiento tan tosco y feo que parece salido de un cohete lunar”.
El proceso de concientización social fue largo y arduo. Las personas en aquella época no consideraban que el asiento de seguridad sirviera para algo. No estaban obligadas a hacerlo, puesto que nadie se los había explicado, pero, además, no habían interiorizado el problema. Y es que nadie se lamenta de los accidentes hasta que ocurren. Invertir en un asiento de seguridad parecía ridículo, existiendo cinturones de seguridad. Sin embargo, estos no estaban configurados para niños pequeños y sus condiciones anatómicas.
Al normalizar algo, la sociedad deja de hablar de ello, evitando cualquier tipo de preguntas incómodas. Perdemos nuestra capacidad de asombro porque todo parece configurado para funcionar de una manera, pero olvidamos que puede funcionar de otra.
Sanders testificó seis años después como Pediatra en un Comité en la materia, porque algunos abogados habían conseguido evitar que la medida de obligar a usar el asiento de seguridad aplicara para niños recién nacidos. Utilizando la evidencia, explicó que 11 niños menores de 3 años murieron en choques en 1981, porque sus padres los tenían en sus brazos, lo que anatómicamente impide que el impacto se absorba y no genere lesiones en los niños.
La evidencia cambió la concepción de la opinión pública. Lo que tuvieron que hacer, fue ponerles nombres a esos niños. Una madre escuchó del caso y decidió testificar, porque su hijo de 11 meses si estaba en un asiento de seguridad y logró sobrevivir a un choque fatal. Otro padre se sumó y lamentó que su hijo de un año no estaba en un asiento de seguridad y terriblemente, había muerto.
Más y más voces comenzaron a hacerse públicas. Más y más padres y madres comenzaron a levantar la voz, a contar su historia. Unos lamentando no haber usado el asiento de seguridad. Otros, agradecidos por haberlo usado. Para 1985, en los 50 estados de la Unión Americana, el uso del asiento de seguridad para niños se hizo obligatorio. Dos médicos y una abogada hicieron posible que más de 11 mil niños, de 1975 a 2016, salvaran sus vidas. Su valentía consistió en cuestionar lo normal, en mirar la evidencia y advertir que había que corregir el problema.
3. Cuestionar el presente, crear lo nuevo.
Normalizar ciertas situaciones de las que vivimos, muchas veces nos impide pensar que otras formas de ser y hacer, son posibles. A veces es imperativo sostener un ideal en medio de la tormenta y no ceder ante el desaliento, oponiendo a la realidad interrogantes profundas. Ir contra lo establecido es crucial para diseñar futuros mejores. Romper lo viejo es evolucionar, cuestionarlo es el primer paso para crear futuro.
Socialmente, la cultura es un mecanismo a partir del cual dejamos de problematizar. Este mecanismo se refuerza por una sanción social: cuestionar algo significa recibir el escarnio de algo o alguien. Entonces, el individuo se ve obligado a regresar al entorno, al que le llaman “normalidad”.
Se necesita una dosis de coraje para cuestionar socráticamente esos entornos. Alguien tiene que preguntar hasta el cansancio, la molestia o el desconcierto el por qué de las cosas. Eso es lo que hace un emprendedor como hábito, problematiza hasta el cansancio.
La semilla de la evolución social es la insatisfacción permanente. La responsabilidad de que los partos estuvieran mal organizados y de que las mujeres en Brasil no pudieran dar a luz de manera natural era parte de un proceso de pensamiento que premiaba un modelo de organización ineficiente.
No era que los médicos no quisieran llevar adelante partos naturales, era que el sistema de creencias había normalizado una manera de pensar; y las estructuras institucionales se habían organizado en torno a ello, además de sumar incentivos económicos a la ineficiencia.
No era que los padres no quisieran proteger a sus hijos de los accidentes de vehículos. Era que el entorno no les permitía cuestionar los estándares de seguridad de los coches que compraban.
Steve Jobs decía que no todas las empresas están hechas para contratar emprendedores, porque siempre son molestos, como él. Siempre hay alguien que trata de romper esa superficie de respuestas diseñadas por alguien más.
La normalidad muere cuando alguien hace las preguntas molestas. Cuando alguien exclama, como cuenta la historia del Rey desnudo, que efectivamente, el Rey está desnudo.
El futuro tiene un lugar destacado para aquellos que se preguntan siempre cómo hacer lo nuevo, lo distinto, lo mejor, y con ello, terminan extinguiendo lo viejo.
Bibliografía.
• Why Most Brazilian Women Get C-Sections?
https://www.theatlantic.com/health/archive/2014/04/why-most-brazilian-women-get-c-sections/360589/
• In Memory and Appreciation of Annemarie Shelness 1922 — 2017.
https://www.saferidenews.com/2017/04/in-memory-and-appreciation-of-annemarie-shelness-1922-2017/
• Heath, Dan: “Upstream”. Avid Reader Press. 2020.