Columnas
Columna Institucional Sin Ambages Lunes 1
Por:
Redacción el
30 de noviembre de 2025
El que investigaba, es investigado
Hay historias que empiezan a caminar solas. Bastan unos cuantos movimientos, unos nombres que se repiten y, de pronto, el país entero comienza a escuchar un murmullo que crece. En los pasillos políticos y en las redacciones nacionales ya se habla de una investigación que podría sacudir a más de uno: el pasado financiero del exfiscal Alejandro Gertz Manero. No es la primera vez que su nombre aparece envuelto en polémicas, pero esta vez el ruido viene de otro lado: análisis internacionales, agencias extranjeras y documentos que —dicen quienes los han visto— no dejan muy bien parado al personaje. No hay confirmación oficial, no existe un expediente abierto y tampoco se conocen las conclusiones finales. Pero el tema ahí está, latente, flotando en el ambiente. Y cuando los medios nacionales empiezan a preparar piezas especiales, es por algo. Especular no es afirmar, pero tampoco es ignorar lo evidente: si el río suena, es porque piedras lleva. La pregunta no es si habrá revelaciones, sino cuándo empezarán a publicarse y hasta dónde alcanzarán las ondas de ese impacto. En un país donde pocas figuras han concentrado tanto poder institucional, cualquier sombra sobre su patrimonio, sus decisiones o su entorno no es un asunto menor. Por ahora, lo único claro es que el silencio se empieza a romper. Y cuando eso sucede en la política mexicana, rara vez es casualidad.
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Finanzas con futuro
En medio del ruido y la narrativa fácil sobre “nuevas deudas”, vale la pena mirar un dato que no es menor: el actual gobierno recibió más de 17 mil millones de pesos en pasivos, muchos de ellos de corto plazo, sin margen de maniobra, sin planeación y con obligaciones inmediatas que simple y sencillamente no podían esperar. Aguinaldos sin pagar, incentivos cobrados de más, recursos retenidos a jubilados… un catálogo completo de irresponsabilidades que venían desde Mario Lopez Valdez (MALOVA) y Quirino Ordaz Coppel que hoy, a cuatro años de distancia, están prácticamente liquidados. Por eso el financiamiento que se propone ahora no es la misma historia. No es deuda para tapar boquetes ni pagar ocurrencias; es un esquema de inversión pública productiva, multianual, destinado a obras concretas: modernización penitenciaria, tecnología para seguridad, fortalecimiento del C4 y proyectos que sostienen la columna vertebral del estado hacia el futuro. Son créditos de largo plazo, con pagos manejables, validados por Hacienda y con destino específico, no las deudas urgentes y sin control que se arrastraban desde 2021. Ahí está la diferencia: mientras antes se heredaron compromisos sin pagar —más de 14 mil millones ya atendidos por esta administración—, hoy se diseña un modelo financiero que evita justamente esa carga para quien venga después. No es endeudarse por endeudarse: es corregir el tiradero y, al mismo tiempo, dejar infraestructura y estabilidad. Una rareza en la política local, pero también un mensaje contundente: gobernar no es improvisar, es planear. Y Sinaloa, al menos en este capítulo, parece estar haciéndolo bien.
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Rocha, autocrítico y sin presiones
El gobernador Rubén Rocha Moya acudió al Congreso del Estado el viernes pasado para cumplir con la comparecencia ante los diputados y ofrecer un balance de su último año de gestión, un periodo atravesado por episodios de violencia que han impuesto tensión política y desgaste institucional. En un gesto poco habitual en el ejercicio del poder, Rocha optó por la autocrítica: admitió que la violencia persiste y que el reto sigue ahí, sin maquillaje. A la vez, reivindicó que hay un esfuerzo sin cesar por contenerla y que el gobierno “está empeñado en superarla”. La sesión transcurrió sin sobresaltos. La oposición cumplió su papel con una narrativa predecible, intentando capitalizar los flancos débiles, mientras las bancadas aliadas cerraron filas para proteger al mandatario. En esa coreografía legislativa, nada sorprendió: cada fuerza actuó conforme a su libreto. Lo políticamente relevante ocurrió afuera. Pese a que algunas organizaciones civiles y empresariales han insistido en proyectar la imagen de un Sinaloa en crisis de gobernabilidad, el entorno del recinto legislativo permaneció prácticamente vacío. No hubo protestas masivas, no hubo presión en la calle; sólo la presencia habitual de Melchor Peiro, quien mantiene su cruzada contra lo que considera la privatización del Jardín Botánico Culiacán y del Parque Ecológico. En síntesis, un mensaje: la narrativa de caos no encontró eco en la plaza pública. Ninguna multitud reclamó, ningún pulso social tensó la comparecencia. En política, el silencio también habla—y esta vez habló a favor del gobernador.
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Inversión donde urgía
Hay rubros en los que durante décadas se hizo lo más cómodo: voltear la mirada. Y si alguien duda de ello, basta asomarse —aunque sea desde afuera— a los tres centros penitenciarios del estado. Aguaruto, El Castillo y Goros II no son sólo instalaciones deterioradas; son el resultado de un desorden histórico, abandono acumulado y una evidente incapacidad para controlar lo que sucede adentro. Si usted, amable lector, viera cómo están realmente, quizá entendería la magnitud del problema. Por eso, que el Gobierno del Estado destine 150 millones de pesos en 2026 exclusivamente para modernizar los penales no es un gasto: es una señal de que por fin se está atendiendo un tema que nadie quería tocar. La distribución lo dice todo: 100 millones para Aguaruto, 30 para Mazatlán y 20 para Los Mochis, con un objetivo claro: tecnificar, controlar, evitar que las armas y los celulares entren como si nada. Porque si cada semana se localizan pistolas dentro de un penal, la pregunta no es “cómo llegaron”, sino por qué nadie había decidido resolverlo. A esto se suma algo igual de relevante: la contratación de 211 policías estatales, 50 nuevos custodios y 40 agentes para la Fiscalía, además del incremento salarial a quienes hoy sostienen la operación diaria. Es decir, no sólo infraestructura: capital humano, profesionalización y dignificación, tres palabras que jamás aparecieron en las prioridades de gobiernos anteriores. Hay decisiones que no lucen en las fotos, pero sí cambian el futuro. Esta es una de ellas. Y en un estado que ha pagado muy caro las omisiones en seguridad, vale la pena reconocer cuando alguien —en este caso el gobernador Rocha y el general Shazarino— decide meterse al lugar donde siempre se escondió el desastre. Modernizar los penales no es popular; es necesario. Y por primera vez, se está haciendo.
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