Columnas
Columna Institucional Sin Ambages Jueves 6
Por:
Redacción el
5 de noviembre de 2025
El impulso que genera confianza
En medio de la desconfianza general hacia los programas públicos, resulta significativo que Culiacán mantenga una línea de apoyo real y sostenido al sector productivo local. El alcalde Juan de Dios Gámez ha sabido darle continuidad a una política que combina gestión financiera con visión social: acercar créditos accesibles a las pequeñas y medianas empresas sin caer en el clientelismo ni en el espectáculo político. La entrega de recursos del programa Impulso NAFIN a la empresa Productos Jocla, con más de dos décadas de trabajo en la ciudad, no es un acto aislado. Es parte de una estrategia que en cuatro años ha dispersado más de 668 millones de pesos, beneficiando a más de 590 empresas locales. En un entorno donde la palabra “apoyo” suele confundirse con dádiva, aquí se entiende como impulso, como apuesta por el empleo, la formalidad y la confianza en el talento culichi. El mensaje del alcalde es claro: la economía local no se sostiene con discursos, sino con decisiones que permitan a las empresas crecer sin hipotecar su futuro. Sin embargo, cuando se respalda a quienes producen, se respalda también a Culiacán.
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Administrar también es gobernar
En tiempos donde la administración pública suele medirse por la obra visible, resulta oportuno recordar que la estabilidad también se construye desde los números. Culiacán ha logrado mantener finanzas sanas, lo que no es poca cosa en un entorno de presiones sindicales, alzas salariales y compromisos sociales. Cuatro cierres de año consecutivos sin recurrir a rescates extraordinarios hablan de una planeación con sentido y de un gabinete que aprendió a anticiparse antes que a improvisar. No se trata solo de cuadrar cuentas, sino de generar confianza en el manejo público: pagar a tiempo a los trabajadores, garantizar las obras y cumplir con quienes han servido al municipio es, en el fondo, una forma de hacer política desde la responsabilidad. En la administración municipal, los números también comunican. Y cuando están en orden, el mensaje es claro: hay rumbo, hay control y hay oficio.
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Premio de cartón
Señalar logros reales no es farándula; es rendición de cuentas. Gobernar con claridad implica explicar decisiones, mostrar resultados medibles y someter la gestión al escrutinio público. Todo lo demás es distracción, ruido, espejismo. Cuando el presidente municipal de Elota presume un supuesto “reconocimiento internacional” como los Premios ALMA 2025 —antes conocidos como los TLATOANI—, equiparándolos a galardones de prestigio como el World Mayor Award o los Premios Princesa de Asturias, el error no está solo en el exceso de entusiasmo, sino en la falta de sentido de realidad. Los aplausos importados no sustituyen el trabajo cotidiano que verdaderamente transforma a un municipio: limpiar sus calles, mejorar el alumbrado, garantizar la seguridad y atender los servicios públicos que siguen fallando. La política que vale la pena se construye con humildad y con resultados verificables, no con premios de cartón ni con discursos de ocasión. En tiempos donde la ciudadanía exige eficacia sobre espectáculo, los gobernantes deberían entender que la legitimidad no se compra con diplomas dorados: se conquista día a día, con gestión y cercanía.
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El heredero invisible de la 4T
En un evento a puerta cerrada, en uno de los hoteles de Culiacán, Andrés Manuel López Beltrán —hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador— encabezó una reunión con la estructura de Morena en Sinaloa, en su papel de secretario de Organización Nacional. La cita, convocada para las 10 de la mañana, reunió a los Coordinadores Operativos Territoriales (COT’s), esos operadores que recorren colonias populares y comunidades rurales con chaleco guinda, difundiendo los valores de la Cuarta Transformación y promoviendo la afiliación partidista. A la prensa se le permitió llegar, pero no pasar del lobby. Esperaron por más de seis horas una declaración que nunca llegó. Terminada la reunión, “Andy” López salió por la puerta trasera del inmueble, abordó un vehículo eléctrico de vidrios polarizados y se perdió por la avenida Álvaro Obregón, sin ofrecer una sola palabra. El episodio no es anecdótico: retrata la distancia calculada de un dirigente que prefiere los reflectores de las cúpulas partidistas a la rendición de cuentas pública. Desde su polémico viaje a Japón, López Beltrán ha optado por un bajo perfil pero también actúa como las avestruces, escondiendo la cabeza, máxime con una actitud de repudio a los medios. Es claro que la habilidad e inteligencia no se hereda en sangre. Andy está lejos de ser AMLO. En Sinaloa no vino a dialogar con la gente, sino a reafirmar el control interno del partido y, de paso, a confirmar que el relevo generacional en Morena —eso sí— hereda no solo el poder, sino también los viejos hábitos de la opacidad.
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